Repasá la crónica del día que quedará en la memoria de la parcialidad azul. Además, la palabra de los protagonistas. Leela, acá.
Domingo 30 de junio de 2002. Era una típica mañana de invierno, y con lo que me costaba levantarme, me desperté temprano para ver la final del mundial Korea Japón. Con Argentina eliminada en primera ronda, el primer puesto se lo disputaban Alemania y Brasil. La selección Verde-amarela se quedaba con el título tras vencer a su rival por dos a cero, con dos goles de un temible Ronaldo. (¡Como jugaba el gordo!)
Pero para nosotros, los treslomenses, esa tarde había algo mucho más importante. Se disputaba una nueva edición del clásico entre Atlético Argentino y Unión de Tres Lomas. En esa época, el torneo sólo contaba con seis equipos y tanto el apertura como el clausura se jugaba ida y vuelta.
Aun sin saberlo, ese día terminaría siendo especial para mí. Por la mañana, junto a la octava división dirigida por Ariel Eleno, nos consagramos campeones ante el clásico rival en una especie de final, debido a que, con el empate, Unión era campeón, y si Argentino ganaba también. Pero uno de los mejores y emotivos momentos de mi vida llegaría a la tarde.
El estadio estaba colmado de los dos sectores, teñido de azul y celeste. Los dirigidos por “Jota” Gutiérrez salieron a la cancha acompañados por los chicos que habíamos sido campeones a la mañana. En las tribunas, las gargantas reventaban alentando a sus equipos.
El partido comenzó siendo favorable para Argentino que se puso en ventaja con gol de Saúl Salomón en el primer tiempo y el Tocinero no quería de ninguna manera que el Pituco de la vuelta en el estadio José Sardón. Los dos equipos se disputaban cada pelota como si fuese la última. Pero Unión, aun jugando un mal partido, no quería que le pase lo mismo que le sucedió un año atrás cuando perdió el interligas en Trenque Lauquen ante Ferro que terminó consagrando campeón a Juventud Unida. (Nunca vi tanta de gente de Unión en una cancha como ese día en Trenque).
Un segundo tiempo peleado. Argentino aguantaba y Unión buscaba. Hasta que llegó el momento de la película que duró diez minutos pero será por siempre eterna. A los 38 del segundo, Sebastián “Madera” Seisdedos clavó un golazo de tiro libre para darle chances al Pituco de gritar campeón. Y ya a los 47 minutos y 30 segundos, a nada de terminar y cuando parecía que esa tarde pasaría como un clásico más, Mauricio Diego le pegó fuerte al segundo palo, el “Cali” Haedo se tiró y Aníbal García la llegó a desviar para que se desate la locura en el público azul.
Aníbal corría festejando para el escenario para ser abrazado por sus compañeros. Todavía me veo llorando en la tribuna. Los jugadores de ese día realmente eran héroes para nosotros, los más chicos. Festejábamos como si fuesemos los campeones del mundo. Como el Brasil de esa mañana, o más. Nos abrazábamos con cualquiera. Sea familiar, amigo, enemigo o quien sea. Unión cumplía un sueño. Se puede decir, sin lugar a dudas, que fue el partido perfecto para cualquiera.
La manera en que se dio ese título, la hazaña de ser campeón en la cancha de tu clásico rival con la angustia de los 90 y pico de minutos del encuentro, hizo que todo sea perfecto. Por eso hoy, no es un día cualquiera para el público de Unión. Es el día en que la historia de la liga de Tres Lomas se tiñó de azul. Como así también, en lo personal, es el día en que por única vez disfruté un campeonato en una cancha con mi papá. El “Correntino” Méndez. Jamás se me borrará la imagen de ir juntos en la caja del camión del “Cacufa”, festejando camino al centro. Hermosos momentos de la vida. Sin dudas, que lindo es el fútbol. Perdón por salir de la formalidad, pero a veces los sentimientos puede más.
“Jota” Gutiérrez: “Ese torneo será inolvidable”
El entrenador de ese equipo dejó sus mejores frases del torneo:
“Para mí fue un equipo tremendo. Muy bueno desde la parte humana, éramos todos del club. Entrenábamos, nos cagabamos de risa, de frio. Comíamos asados y tomábamos mates todo el día en mi panadería. Fue algo hermoso, ninguno cobraba un peso”.
“El año pasado habíamos perdido el interligas contra Ferro y lo ganó Juventud. Teníamos la espina clavada”.
“La fecha pasada habíamos perdido con Jorge Newbery y se nos dio la gran posibilidad de ser campeón ante Atlético Argentino. No podíamos dejarlo pasar”.
“Ese día prometí que si éramos campeones no volvía a fumar un cigarrillo. Así fue. Hoy también hace 14 años que no fumo”.
LA PALABRA DE LOS JUGADORES
Alfio Pagella: “Para mí fue algo hermoso. Lo viví más como hincha que como jugador. Fue una locura la cantidad de gente que había, jamás vi algo así”.
Cesar “Prechu” Reines: “Ir perdiendo a pasar a ganarlo y dar la vuelta. No te olvidas más”.
“Fiti” Ortega: “Ganarlo de esa manera, como se dio, fuie increíble. Es el mejor regalo que te puede dar el futbol”.
Aníbal García: “Poderle contar a tu hijo lo que te pasó ese día es impagable”.
Mauricio «Tarta» Diego: “Fue un partido de película. Si te lo preguntas una noche antes decís que bueno sería ir perdiendo uno a cero y empatarlo y ganarlo en el último minuto. Decis esto es increíble y así fue».
Santiago Medrano: “Yo les decía que íbamos a salir campeones en la cancha de Argentino”.
Mauricio Villegas: “Entré a la cancha y me temblaban las piernas. Mierda, dimos la vuelta en la cancha de Argentino y eso es impagable”.