El avión en que viajaban los jugadores de Chapecoense se cayó y murieron 76 de 81 tripulantes. En el último segundo de partido ante San Lorenzo, Danilo le tapó una jugada increíble al treintense Marcos Angeleri y decretó que el Verdao pasara a la final.
El destino está escrito. El partido se terminaba y era todo fiesta en el estadio Arena Condá, donde 22 mil almas del Verdao festejaban la histórica clasificación del equipo a la final de la Copa Sudamericana.
Quedaban segundos. Llega un centro al área de Chapecoense, le queda picando la pelota al treintense Marcos Angeleri y Danilo, el arquero y figura del equipo de Santa Catarina intuyó con sus reflejos hacia donde iría el remate y se quedó con la pelota del partido, del campeonato, del año. Con ese gol, pasaba San Lorenzo.
El lamento de Angeleri y todo el equipo cuervo fue notorio. Por el contrario, el festejo de Chapecoense fue casi como si ganaban una final del mundo. Claro, una ciudad de 200 mil habitantes, un equipo que lleva tan solo tres años en primera, hoy tuvo la derrota más grande y dolorosa de su vida.
“No me queda más que agradecerle a Dios porponerme en el lugar justo, donde tenía que estar”, sostuvo el arquero Danilo ni bien finalizó el partido ante San Lorenzo, en referencia al tiro del treintense. Hoy todos nos preguntamos, ¿Qué hubiese pasado si no tapaba esa pelota ante Angeleri?. Pero pasó. Chapecoense estaba viviendo un sueño que se convirtió en pesadilla.
Fuerza al pueblo de Chapeco. A miles de kilómetros y desde una zona ignota de la provincia de Buenos Aires, les enviamos toda nuestra energía para que salgan adelante, campeones.